Mi mujer y yo llevábamos tiempo deseando ser padres, sabiendo que esto es algo que no suele lograrse de hoy para mañana, pero siendo completamente ajenos a aquello que se nos avecinaba. Tras muchas pruebas con diagnósticos erróneos finalmente la palabra cáncer aparece en nuestras vidas, y no cualquier cáncer sino uno de los más malignos, el cáncer de ovario.
Una vez recibido el diagnóstico nos informan de que la única opción es operar a mi mujer extrayendo sus órganos reproductores, lo que nos impedirá en un futuro ser padres de manera natural. En ese momento el mundo se nos echa encima y vemos truncado nuestros deseos, eso sin contar el desconocimiento acerca de la extensión de dicho cáncer.
Pasan las semanas y parece que el alcance de la enfermedad no ha llegado hasta donde nos habían informado y que las posibilidades de que todo esté bien son muy elevadas, pero no, no todo está bien, hemos perdido la posibilidad de ser padres de forma natural.
Es a partir de entonces cuando buscamos alternativas, tomando la adopción como alternativa principal. Esa alternativa además de ser a medio y largo plazo nos iba a ser denegada por la enfermedad de mi mujer. Es a partir de ahí cuando nos planteamos la subrogación como la posibilidad de conseguir ser padres.
Una vez nos decantamos por la gestación subrogada las dudas no dejaron de asaltarnos. ¿Qué es todo eso? ¿Cómo funciona? ¿Qué requisitos legales hay? ¿Qué precio tiene?
Buscamos información por todos los lugares posibles pero nos dimos cuenta de que cada vez sabíamos menos, sonaba por encima de todo la palabra “Estados Unidos” pero era inviable para nuestro presupuesto. Preguntamos a un doctor que tenía muchas nociones sobre este tema, pero no creía en Ucrania como un destino viable porque este país sonaba a “mafia”. México para él era una opción a valorar.
De cualquier manera seguimos apostando por Ucrania como país, pero desconocíamos todo, contactamos con agencias pero los precios eran algo exagerados para lo que podíamos permitirnos. Contactamos con una agencia ucraniana cuyo precio nos parecía razonable y decidimos viajar para conocer dicha agencia. Pero, no viajamos mi mujer y yo, puesto que ella estaba con tratamiento de quimioterapia, sino mi madre y yo.
Al llegar nos dimos cuenta de que muy pocas personas hablaban inglés, y llegamos a temer porque fuésemos secuestrados y de que todo fuese un engaño. Al día siguiente del viaje fuimos a la clínica con la que habíamos pactado firmar el contrato si estábamos de acuerdo en todo y nos dimos cuenta de que eran muy formales y profesionales, desapareciendo nuestro miedo de ser estafados.
Pudimos echar un vistazo a los contratos y lo cierto es que nos dimos cuenta de que todo lo tenían atado y bien atado. ¿Qué podría pasar si la donante o la restante se echasen para atrás? Desde luego que habría un retraso evidente en comenzar el proceso de fecundación, pero sin que ello afectase a los pagos que habíamos realizado hasta la fecha, además de que fuese una posibilidad bastante remota.
A los 15 días de realizar la fecundación a la gestante, nos informaron de que el embarazo había sido positivo, toda una alegría para la familia.
Pasaron 12 semanas y pudimos asistir a la ecografía del futuro bebé, entrando todos los valores dentro de la normalidad, lo que significaba que todo iba bien. Además conocimos a la madre subrogada (la gestante), una mujer muy sana y consciente de que una vez diese a luz, estaría dando a luz a nuestro hijo.
Llegó el nacimiento, siendo éste el momento más importante de todo el proceso. Nosotros nos encontrábamos en Kiev desde hacía días y no pudimos asistir al parto pero sí pudimos ver al bebé horas después. El bebé nació muy sano, por lo que nuestra máxima preocupación era conseguir traerlo a España.
Los requisitos para traer al bebé a España eran muchos y siempre algo variables dependiendo del cónsul que se encontrase en ese momento, pero no era el momento de agobiarse sino de comenzar a moverse, y así hicimos. Afortunadamente teníamos a nuestra abogada en Kiev y gracias a ella nos encargamos de buscar todos los documentos necesarios para traer a nuestro hijo a España, eso sin contar los documentos que habíamos tenido que recaudar en España. No fue sencillo y además el tiempo corría en nuestra contra, pues es más que recomendable comenzar el periodo de vacunas directamente en España.
Lo más importante es que lo conseguimos, pero fuimos conscientes de el esfuerzo y conocimientos requeridos, una razón más para hacer algo por ayudar a otras personas que deseen ser padres a través de la maternidad subrogada.
Una vez llegamos a España, comienza una segunda parte, y es la adopción por parte de la madre española, pero… eso es otro cantar, lo más importante es que ya teníamos a nuestro hijo y en nuestro país.