En el marco del décimo aniversario de nuestra asociación, nuestra queridísima Paula Nistal nos regaló una charla emocionante que nos puso los pelos de punta a todos, «el precio de la infertilidad». Nos hizo reír y nos hizo llorar…
Sabemos que muchos no pudisteis acompañarnos en este evento tan especial y os hubiera encantado, por eso, hemos querido compartir el vídeo completo de la charla.
No pierdas la oportunidad de escuchar a Paula porque de verdad, merece la pena. Todas hemos sido Paula en algún momento (o muchos momentos…). Y si no, te dejamos aquí el mensaje para que puedas leerlo:
El precio de la infertilidad
» Tienes que relajarte. No te obsesiones. Yo tenía una amiga que no conseguía quedarse embarazada y justo se relajó y lo consiguió.
Me llamo Paula Nistal y soy una de las miles de pacientes infértiles que han tenido que recurrir a la reproducción asistida para poder tener un hijo. Cada vez que escuchaba este tipo de frases me dolían en el alma. Los consejos populares generalmente bien intencionados lejos de aliviar mi dolor me hacían sentirme peor, no solo era que no podía ser madre, que ya era duro, sino que, encima, era mi culpa por no relajarme.
Trataba de dormir 7/8 horas, comía sano, tomaba vitaminas, tomaba suplementos, hacía ejercicio, pero sin pasarme, usaba productos sin químicos y hasta usaba vasos de plástico libres de BPA. Cuidaba mi relación de pareja, hacíamos muchos planes, muchos viajes, siempre todo con seguro de cancelación por si en el último momento nos cambiaban una cita o nos ponían una transferencia.
Al final era como vivir intentando desconectar o distrayéndonos de lo que era nuestro objetivo principal, que era el deseo de ser padres. Yo estaba triste, preocupada, y no lo voy a negar… obsesionada. Para no estarlo. Veía a todo el mundo a mi alrededor que de manera natural más o menos iba consiguiendo ser padres, veía a mis amigos, a los famosos, a los compañeros de trabajo y yo sentía como si estuviera jugando una eterna partida de parchís. Habíamos empezado a jugar todos a la vez, unos habían sacado las fichas, algunos habían metido alguna fica en casa, otros ya las tenían todas en casa y yo seguía tirando a ver si me salía un 5 y podía empezar a jugar.
Y yo pensaba, ¿Todas las mujeres estarán tan relajadas? ¿De verdad esto es tan importante? Porque si tan importante es estar relajado, nos pagarían SPAs, incluso nos harían una antimulleriana después de un viaje a las Maldivas. Mucho mejor para nosotros y probablemente más económico. Investigando sobre esto encontré que había muchas mujeres que se quedaban embarazada en guerras, o fruto de una violación… Entonces esto del estrés, al final cierto nivel de estrés es inherente a los tratamientos de fertilidad, cierta preocupación, ciertos nervios, y la gente consigue quedarse embarazada.
Leí algo así como que, creo que era el 95% de los pacientes de reproducción asistida conseguían tener un hijo tras 4 ciclos. Cada ciclo con cada una de sus transferencias. Son algo así como la tasa de embarazo acumulada, si no recuerdo mal. Lo entendí, me pareció asumible. Era aguantar esos 4 ciclos con sus transferencias. Y a continuación, después de esto explicaba que de ese 5% había un montón de gente que abandonaba. Que dejaba los tratamientos pero por motivos, en primer lugar, que era lo que más me llamó la atención era, por motivos psicológicos, porque no podían más. El siguiente motivo era el factor económico que más o menos es obvio, ¿no? Y para mi me sorprendió esto muchísimo, porque con la ilusión que tenemos de ser padres, cuando una va a reproducción asistida, con el deseo tan fuerte que tenemos de tener un hijo y con lo costosos que son los tratamientos de fertilidad si no vas por la Seguridad Social, ¿Cómo podía ser que fuera más grande el dolor de cabeza que el dolor de bolsillo?
Y es que la infertilidad es durísima, la infertilidad es muy dura y eso lo sabes cuando lo pasas. Al final son un montón de citas médicas, muchísimas hormonas, betaesperas, negativos, pérdidas, duelos, dar excusas en el trabajo y sentirte hasta fuera de lugar con la gente de siempre. Desde el principio la infertilidad pasa factura.
Yo habría hecho cualquier cosa por ser madre. Era de las que iba a transferencia con los calcetines de la suerte, otras llevábamos piedra luna, incluso un cordoncito rojo para que saliera todo bien. Encontrar personas que me entendían, que me escuchaban, que estaba ahí para llorar y para reír me ayudó a llevar los tratamientos con otra actitud y además me trajo grandes amigas. Mujeres completamente diferentes unidas por la infertilidad, cada una con sus circunstancias, sus familias, sus trabajos, sus parejas pero que estaban ahí si un día te llamaban para cancelarte un ciclo o si te llamaban para darte el resultado de una betaespera, para reír o llorar contigo.
Y es que el precio de la infertilidad no está en los ceros del coste de los tratamientos, ni en las renuncias, el verdadero precio de la infertilidad es el coste emocional, las emociones porque el camino de la infertilidad lo recorremos con mucho miedo, pero lo hacemos y eso es de valientes. Entonces al final te das cuenta que da igual que hagas el pino, que vayas a Lourdes, que vayas a un chamán, que al final solo te queda dar tiempo al tiempo, rodearte de buenas vibraciones y confiar en la ciencia y si todo esto falla evaluar de nuevo y ver si lo quieres volver a intentar.
Ya para despedirme se que muchos de los que estáis aquí habéis conseguido ser papás, daros la enhorabuena. A los que estáis en e camino muchísima, muchísima fuerza, yo os doy todas mis energías. Y ojalá todos, ojalá pronto y ojalá sin miedo»
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Puedes ver todo lo que hicimos en nuestro 10º aniversario pinchando aquí.