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Asociación Red Nacional de Infértiles

Diagnóstico de la infertilidad ¿Qué indican las pruebas que te pide tu especialista?

Si después de un año manteniendo relaciones sexuales habituales sin protección, una pareja no ha logrado el embarazo, es recomendable asistir a un especialista para que se lleve a cabo un estudio integral de fertilidad. Este plazo de tiempo aconsejado se reduce a seis meses en los casos en los que la mujer es mayor de 35 años.

Ambos miembros de la pareja deben ser examinados ya que en un 30% de las ocasiones los problemas de infertilidad son por causa femenina, en otro 30% son debidas al varón exclusivamente y otro 30% de las veces son de origen mixto debido a problemas combinados tanto femeninos como masculinos. Se calcula que el 10% restante son de origen desconocido sin que la causa llegue a identificarse.

Lo habitual en la primera visita es que el especialista plantee cuestiones relacionadas con la salud sexual y hábitos o estilo de vida, es importante saber si hay historial previo de infecciones de transmisión sexual. De manera paralela, se suele llevar a cabo una exploración mediante imagen diagnóstica en consulta, así como un examen físico pélvico, en el caso de la mujer y un seminograma, además de un examen testicular y urológico en el caso del hombre.

“Los problemas de fertilidad en una pareja suelen tener más de una causa ya que el proceso reproductivo es muy difícil de detener. De forma general, la naturaleza supera las causas aisladas que podrían dificultar el proceso, así se explica que la infertilidad en la mayoría de los casos es debido a la concurrencia de más de un problema en una misma pareja. En ocasiones los problemas son bastante evidentes. Sin embargo, a pesar de encontrar una causa de forma inicial, es necesario completar el diagnóstico para descartar todas las posibles causas. Al tener un diagnóstico global del problema podremos ofrecer el pronóstico y tratamiento más acertado”, explica el Dr. Luis Quintero, de Next Fertility Spain.

Pruebas para detectar infertilidad femenina

En mujeres se valora de forma inicial “la reserva ovárica”, que es la cantidad de óvulos disponibles en los ovarios, hay que entender que su número es limitado y a lo largo de la vida de la mujer, no se crean nuevos óvulos, solo se gastan del número total con los que nace. Actualmente esta se valora por visualización ecográfica y por determinación bioquímica.

  • Ecografía transvaginal / ultrasonidos: permite la visualización de los ovarios, útero y trompas de Falopio. Es posible valorar la reserva ovárica haciendo un recuento de los denominados folículos antrales, que contienen óvulos inmaduros. Además, permite detectar malformaciones en el útero.
  • Determinación bioquímica: mediante un análisis de sangre se puede conocer los niveles de hormona antimulleriana que aporta información sobre la reserva ovárica ya que su nivel es directamente proporcional a la cantidad de folículos antrales.

Además de lo anterior y de manera conjunta, en la analítica de sangre, se pueden evaluar otras hormonas sexuales como la hormona luteinizante (LH), el estradiol o la hormona estimulante de los folículos (FSH) implicadas en el control del ciclo ovárico, esto es de especial importancia en las mujeres con alteraciones de la ovulación.

Tras estas dos pruebas diagnósticas, en función de cada caso, es posible tener que recurrir a otras más complejas como

  • Histeroscopia: permite una visualización directa de la cavidad uterina, para detectar anomalías como crecimiento anormal, lesiones, pólipos, tumoraciones, etc…
  • Histerosalpingografía: consiste en introducir un medio de contraste y comprobar su recorrido, por medios radiográficos, a lo largo de las trompas de Falopio valorando su permeabilidad.
  • Biopsia endometrial: se toma una pequeña muestra del endometrio, el tejido que reviste la cavidad uterina, para estudiar la receptividad endometrial, la microbiota y estados de inflamación crónica a consecuencia de una infección prolongada. Esta prueba, está indicada principalmente cuando hay fallos de implantación recurrentes.

“Cuando pasamos a pruebas más específicas como la biopsia endometrial es porque ya hemos hecho un ciclo de tratamiento y no hemos tenido éxito. Estos casos fallidos, a veces son debido a la falta de pruebas diagnósticas, ya que por ejemplo una ventana de implantación desplazada no es algo tan frecuente como para hacer una biopsia desde la primera visita. Ahora bien, si no lo corregimos, probablemente nunca logremos el embarazo”, explica el Dr. Quintero.

Pruebas para detectar infertilidad masculina

Por otro lado, para el estudio de la infertilidad masculina, como primera opción, se recurre al seminograma. Es decir, se examina el semen en busca de, como comentamos en nuestro anterior post, alteraciones en los parámetros espermáticos.

Este seminograma puede solicitarse con el complemento de un test REM, un recuento de espermatozoides móviles. Así se determina si los espermatozoides son “aptos” para la fecundación. Para ello, se simula la “capacitación” que se produciría de manera natural en el aparato reproductor femenino, esto son una serie de cambios que sufren los espermatozoides al ser liberados al tracto femenino y que les dotan de la capacidad para fecundar al óvulo. En este test la muestra de semen se somete a un procedimiento para intentar obtener aquellos con mejor movilidad y vitalidad.

También puede llevarse a cabo un cultivo del semen. “Una indicación para realizar este cultivo es la detección de un elevado número de leucocitos, es decir, glóbulos blancos en el seminograma, si hay más de un millón por mililitro es un indicio de infección. También se realiza en caso de cambios a nivel macroscópicos del semen como el color u olor o si el paciente experimenta dolor e inflamación testicular.”

En determinados casos, cuando hay ausencia total de espermatozoides en el eyaculado (azoospermia), se realiza una biopsia testicular, con un doble objetivo: a) identificar la causa de la azoospermia y b) obtener espermatozoides útiles, los cuales se congelan, para un futuro tratamiento de reproducción asistida.

Independientemente de la carga espermática, también puede suceder que el especialista quiera evaluar el material genético de los espermatozoides mediante un análisis genético a través de una prueba como el SAT. El test SAT evalúa el porcentaje de espermatozoides con anomalías cromosómicas y analiza los cromosomas relacionados con abortos espontáneos y con bebés nacidos con anomalías cromosómicas.

Con el objetivo de detectar alteraciones cromosómicas que expliquen repetidos fallos de implantación o abortos espontáneos se lleva a cabo la técnica de hibridación fluorescente in situ (FISH) en espermatozoides. Esta técnica a grandes rasgos marca con una sonda fluorescente determinados fragmentos de ADN espermático de manera que posibilita la detección de aneuploidías.

Además, resulta muy relevante analizar la integridad del ADN de los espermatozoides, ya que cuanto mayor sea el nivel de fragmentación menor será la probabilidad de conseguir que el embarazo se lleve a término. Para estudiar el nivel de fragmentación de ADN espermático, se han desarrollado diferentes pruebas avanzadas como pueden ser el ensayo TUNEL, el ensayo COMET, el ensayo para el análisis de la estructura de la cromatina espermática (SCSA) o el test de dispersión de la cromatina espermática (SCD), siendo este último el más habitual.

Con este tipo de análisis se examinan parámetros distintos a los evaluados en el seminograma, por eso es importante que se realicen de manera complementaria. Aproximadamente 1 de cada 10 pacientes que presenta una muestra de semen sin alteraciones en el seminograma, manifiesta un alto nivel de fragmentación en el ADN espermático, lo que dificulta la fecundación ovocitaria y por tanto conseguir un embarazo.

Si quieres leer el post anterior, puedes leerlo en: Los factores de infertilidad más frecuentes en el hombre