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Asociación Red Nacional de Infértiles

Historias con alma en Reproducción Asistida. La historia de Myriam

Hoy, en nuestro historias con alma en reproducción asistida os presentamos a Myriam. Esta es su historia:

¡¡Hola!!

Ante todo, gracias por contar con mi experiencia en tan duro y largo camino, y sobretodo, por dar voz a este camino tan invisible como es la infertilidad.

Empezar por explicar que mi marido y yo llevamos buscando tener un bebé desde 2017 sin éxito alguno. Empezamos a hacernos pruebas por si teníamos algún problema, el cual, gracias a dios, no teníamos ninguno, así que no entendíamos por qué no podíamos tener un bebé. Lo único sobre lo que nos informaron los médicos es que teníamos “infertilidad de origen desconocido”.

Indicar que llevo en tratamiento psicológico desde 2018 por varias circunstancias, una de ellas esta, el poder llegar a ser mamá.

Empezamos con todos los tratamientos a través de la Seguridad Social de nuestra ciudad. Meses previos de preparación, pinchazos (tuve que superar el miedo a pincharme), cambios hormonales, con todo lo que conlleva, tanto física como mentalmente…y fuimos a por nuestra primera punción. Extrajeron 5 óvulos maduros, de los cuales, solo sirvieron 2 y de categoría D, no muy buena…

Tenía la intuición de que la cosa no iría bien, y así fue… Me contagié de COVID en diciembre de 2021 y además, a los días me bajo la regla…No pudiéndome hacer la beta en el día acordado, aunque ya sabía el resultado al haberme bajado…

Me sentí bastante mal, ya que me indicaron que las categorías y la implantación eran cosa mía, así que me sentí culpable por no haber podido aceptar esos embriones. Además de que me informaron de que tendría que esperar como mínimo otros 8 meses más…

Para mi sorpresa, en abril de este año, me volvieron a llamar para empezar con la segunda parte del tratamiento. Al haber agotado los embriones que me pusieron y no quedar ninguno congelado, tuve que pasar nuevamente por quirófano y volver a hacerme la punción.

En esta ocasión, me cambiaron todo el tratamiento, con una operativa completamente distinta, y cuando llegó el día, me dieron las mejores noticias que podría tener hasta el momento. ¡Me habían sacado 12 óvulos maduros! Para adelante siguieron 7 de ellos, pero en el momento de la transferencia solo quedaban 5, 2 de ellos de categoría B y 3 de ellos C. Mi doctor decidió ponerme los 2 de mejor categoría.

Como siempre, guardé reposo, no cogí peso, me estuve controlando la comida, etc. Empecé a hacerme test de embarazo 6 días antes de la beta y no podía creer lo que veía, le preguntaba a todo el mundo si veía lo mismo que yo, ¡¡TENÍA 6 TEST POSITIVOS!! Pero justo el día antes de la beta me dio un dolor muy fuerte en el vientre y me fui a urgencias. No pudieron ver qué era lo que me ocurría, solo que esperara a la beta a ver que salía…

Para mi decepción, la beta volvió a salir negativa…

Como no podía creer lo que me ocurría no paré de llamar y preguntar que por qué me habían salido los test positivos y la beta negativa. Solo quería entender lo que me estaba ocurriendo.

Me comentaron los médicos que tuve un aborto bioquímico, es decir, que realmente sí me había quedado embarazada, pero una vez que agarraron, mi cuerpo lo rechazó…¡¡No podía creer lo que me estaban diciendo!!

Mi mundo se vino abajo, nuevamente el sentimiento de culpa me invadía. Mi cuerpo estaba rechazando todos los embriones.

Me hicieron pruebas de endometrio para ver qué es lo que podía ocurrir. Una de ellas fue la biopsia de endometrio, una prueba bastante dolorosa, pero puede dar muchas respuestas a lo que te ocurre.

Me salió positivo a una bacteria que hace que rechace a los embriones que se implantan. Me recetaron antibióticos de amplio espectro para poder combatirlos y dejamos unos meses de descanso.

Durante estos meses estuve yendo a médicos, a hacerme pruebas, para que la última oportunidad que tenía en la seguridad social me sirviera de algo.

Fui a una hematóloga para hacerme pruebas de trombofilia (tengo antecedentes familiares de problemas de coagulación). Me salió todo negativo y que en un principio no sufría esa enfermedad.

Estuve todo el tiempo del tratamiento yendo a un nutricionista para que me enseñara a comer (como mezclar alimentos), conseguir perder peso y estar sana.

Fui a revisiones con una endocrina. Tengo tiroiditis de Hashimoto, lo que me provoca hipotiroidismo, el cual tengo bastante controlado (TSH por debajo de 2,5). También llevo tiempo tomando cápsulas de vitamina D, ya que para conseguir un embarazo tenía los valores muy bajitos.

Por último, fui a mi ginecóloga de pago, especialista en infertilidad. Al enseñarle todas las pruebas y cosas que me habían hecho me derivó a un inmunólogo, también especializado en temas de infertilidad. Me hicieron varias analíticas y mi sorpresa fue que era intolerante a muchísimos alimentos (gluten, levadura, ajo, pescado azul, tomate y proteína de la leche).

En ese momento me encontré en una tesitura, ya que una nutricionista me quitaba esos alimentos y la otra me los ponía… (Aquí dejo a opinión personal, pero yo seguí con mi nutricionista de siempre).

Cuando volví a retomar el tratamiento, le mostré al médico todas las nuevas pruebas y a partir de ahí empezamos a seguir los pasos para la nueva transferencia de los embriones que me quedaban. Descongelaron los que quedaban (3) y los dejaron evolucionar dos días más. Me implantarían blastocitos de 5 días.

Llegó el día. Estaba todo perfecto. Bacteria eliminada, había bajado peso, no mucho, pero algo es algo, valores médicos perfectos, endometrio engrosado más de lo normal (tenía una buena cama para mis bebés). Transferencia perfecta. Reposo y a seguir con mi vida cotidiana sin grandes esfuerzos…

Vuelve el día de la beta y vuelve a ser negativa… En esta ocasión ni siquiera se había implantado: “Myriam, has agotado todas las posibilidades con nosotros, si quieres seguir con el tratamiento debe ser por lo privado”

Esas fueron las palabras más duras que jamás había recibido, ya que mi economía no me permite seguir con un tratamiento privado.

Mi mundo se vino abajo…ese día no era yo. Me harté de llorar. Quería despertar de esa pesadilla que estaba viviendo y que no merecía. Todos los sueños, ilusiones y planes de futuro tirados a la basura.

Tanto mi marido como yo, estábamos desolados.

Los días posteriores a la noticia, solo veía bebés, carritos y ropitas por todos lados… Mi corazón se me partía a trozos de ver que jamás podré tener un bebé.

Actualmente, tengo mis momentos…como yo digo: “Estoy pasando por mi duelo”. Tengo que aprender a aceptar que, de momento, no podré ser mamá por mis propios medios.

Durante todo este camino me he dado cuenta de muchas cosas, tanto buenas, como no tan buenas… Sabes a quien tienes a tu lado, a quien no y experimentas en tu cuerpo unos cambios brutales.

Espero que mi experiencia pueda ayudar a más parejas como la nuestra y que puedan conseguir su sueño… ¡SER PADRES!

Myriam

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Red Infértiles es una asociación para pacientes con infertilidad y/o reproducción asistida que nace para acompañar y abrazar a todos los pacientes y con el objetivo de divulgar, romper tabúes y educar/concienciar a la sociedad en relación a esta enfermedad.

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