Mari Ángeles nos ha querido contar su lucha con la infertilidad. Una historia dura, una batalla contra los abortos de repetición y el monstruo de la depresión. Una historia que en breve verá su sueño cumplido.
Mi infertilidad llegó hace 8 años. Tocó a la puerta de forma silenciosa, los médicos tardaron varios tratamientos, legrados y lágrimas en conseguir un diagnóstico.
Al poco de casarnos decidimos ir a buscar descendencia, así que nos pusimos a ello, y a los dos meses me quedé embarazada, pero se fue.
Fueron cuatro embarazos y cuatro abortos…
Llegó un momento en el que me daba pánico quedarme embarazada. Tanto que entre el tercer y cuarto aborto pasé por una ansiedad muy grande, no dormía, vivía en continuo estrés. Siempre he sido una persona muy menuda, mido un 1,67 y nunca he llegado a los 50 kilos, pero perdí 6 kilos. Pasé de 49 a 43 kilos.
No sé el motivo. No sé si fue que no saqué todo ese dolor interior, el no querer dar lástima, el que nadie me entendiera, el sentirme sola…supongo que fue una mezcla de todo.
Todos los abortos fueron dolorosos, pero sin dudarlo, el cuarto fue el peor. Por fin había superado la barrera de las doce semanas. Y con trece semanas de embarazo, cuando creía que lo habíamos conseguido, nos dijeron que venía con malformaciones. Fue horrible.
Cuando nos dieron esas dos malditas opciones después de tener tres informes diferentes de malformación: parirlo muerto cuando mi bebé ya no pudiera más o abortar en una clínica concertada por la Seguridad Social.
Después de meditarlo con mi marido decidimos abortar porque no queríamos enterrar a un hijo. Era incompatible con la vida y no me veía capaz de soportar enterrar a mi hijo muerto con dos o tres días o cuatro meses. Psicológicamente era demasiado para mí.
Fue una larga agonía.
Tuve que estar despierta durante el legrado. Sentir cómo lo sacaban de mis entrañas. Casi me desmayo. No sé que pasó. Si fue una bajada de tensión o la pena y el dolor que sentí en ese momento.
Las barbaridades que tuve que oír me hicieron tanto daño…
Que no me quedaba por qué estaba mal de los nervios. Llegaron a decirme que era porque con ese peso y ese cuerpo era imposible llevar un ser en mi interior. Muy cruel.
Y llegó la depresión…silenciosa, sin avisar, sin llamar a la puerta llegó.
Me diagnosticaron una traslocación en el par 14, 21. Y recomendaron ovodonacion. Lo acepté sin problemas y esperamos un año en lista de espera por la Seguridad Social.
Así tenía tiempo para recuperarme emocionalmente, o al menos eso creía.
Pasó el año y fui feliz a la primera consulta de inicio del tratamiento de reproducción asistida y así viví todo el proceso.
Pero llegó el momento de la transferencia embrionaria y me entró pánico.
Todo lo vivido, todos lo recuerdos de los sufrido entraron de golpe en mi cerebro y no sabía si debía ir al hospital. ¿y si volvía a pasar? Entré en pánico, pero fui. Me transfirieron dos embrioncitos.
Y uno implantó…
Pero mi cabeza no me dejaba, la depresión, el miedo me gritaban fuerte al oído.
Empecé con los sangrados; había un hematoma.
No puede ser otra vez, por favor, otra vez no.
Pero Inés quería quedarse. Mi cabeza casi se vuelve loca con todo. Mi niña nace dentro de unas semanas y aún sigo teniendo miedo. Miedo al parto, miedo a que no esté sana. A pesar de haberme hecho veinte ecografías, tengo miedo a que no esté sana. Tengo miedo a no ser la madre que le pertenece, a no estar a la altura…
Mi marido dice que después de tanto dolor y sufrimiento por ese demonio llamado infertilidad es muy feliz gracias a mí, a la lucha y superación, y sí, yo creo que el final feliz está por llegar.
*****Este post se escribió hace unos meses pero no hemos podido publicar por unos motivos u otros. Inés es una niña sana y preciosa que ha traído la felicidad y la alegría a casa de Mª Ángeles.
Mª Ángeles, gracias por compartir tu historia con nosotras. Por abrir tu corazón. No es fácil contar lo que tú has contado, así es que gracias de corazón. Contando sin tabús tu experiencia puedes ayudar a muchas mujeres. Gracias.
La asociación Red Nacional de Infértiles se creó para dar apoyo a todas las personas que están en estos momentos luchando por tener un bebé. Cuando la palabra infertilidad se cruza en tu vida todo tu mundo se paraliza. Comienza una etapa de stand by en la que se necesita una mano que te sujete, unos brazos que te reconforten.
Además, nuestro objetivo es darle voz a la infertilidad. Que se conozca la enfermedad, lo que es, lo que se vive, lo que se sufre.
Si quieres ayudarnos en nuestra lucha, ¡únete a nosotras y asóciate!