Sabina dice en una canción: “No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió”
Eso lo saben bien las mujeres que están en un proceso de búsqueda del embarazo y éste no llega.
El ser madre es algo muy ligado al ser mujer. Desde que somos muy pequeñas jugamos a cuidar de nuestras muñecas, imitando esa imagen que tenemos de los modelos femeninos que nos rodean. Después crecemos, nos formamos y desarrollamos profesionalmente, y es como si durante un paréntesis de nuestras vidas esa cuestión estuviera latente, pero no presente.
En ocasiones, cuando encontramos una pareja con la que compartir el camino, y vamos definiendo una vida en común, quien más y quien menos se encuentra con la (a veces temida) pregunta: ¿Y los niños para cuándo?
Entonces comienza a resonar en la pareja esa cuestión, que no sabemos si nace de dentro o de fuera, de un deseo interno o de una presión social, o de las dos partes, pero que va ganando una fuerza que obliga a ser concretada.
Normalmente, esta cuestión aparece acompañada de ciertas creencias, que pueden elevar los niveles de ansiedad en la pareja, si este deseo no se ve realizado.
Hay una primera creencia bastante generalizada, cuando se decide iniciar la búsqueda del bebé: si dejamos de utilizar el método anticonceptivo habitual, tarde o temprano se producirá el embarazo. Y esto es así, en muchos casos.
Desgraciadamente, el número de casos en los que los meses, e incluso los años pasan, y no llega la noticia deseada, es una realidad que tiene cada vez una incidencia mayor.
La tasa de infertilidad en España se sitúa entre el 15 y el 17% de la población, con unas 800.000 parejas que tienen problemas de fertilidad, y la tendencia es creciente, según datos del V Congreso Internacional sobre medicina reproductiva.
Es obvio que uno de los factores fundamentales que afectan esta situación es la edad de las mujeres, que ha pasado de los 35 años de media en pacientes que acudían a las clínicas de reproducción asistida en 2002, a los 38 años en la actualidad.
Esto influye en diversas variables, y una de ellas es que los ovarios de las mujeres que deciden ser madres a esa edad no funcionen igual que cuando son más jóvenes, poniéndoles ante una situación muy temida y dolorosa: “Cuando quiero, no puedo”
Y he aquí una de las cuestiones más importantes a la hora de afrontar este duro proceso: la tolerancia a la frustración.
Pero…¿qué es exactamente la tolerancia a frustración?
Tolerar la frustración es poder soportar que no obtengo lo que quiero cuando yo quiero.
Así de simple. Así de duro. Así de difícil de asumir.
Vivimos en una sociedad que fomenta la ilusión de que podemos conseguir todo lo que nos propongamos. Ya sea con esfuerzo, con dinero, con perseverancia…conseguiremos nuestros objetivos. Esa es una de las razones por las cuales esta circunstancia se hace tan ardua de digerir, pero a la vez puede ser tremendamente enriquecedora como aprendizaje vital:
Hay cosas en la vida que, simplemente, suceden.
No depende del empeño, ni del esfuerzo, ni del tiempo, ni del dinero…, aunque lógicamente los tratamientos en clínicas privadas son caros y no todo el mundo puede permitírselos.
LA BÚSQUEDA DE EMBARAZO A TRAVÉS DE REPRODUCCIÓN ASISTIDA
Cuando una pareja comienza a plantearse qué está pasando, inicia también un periplo por médicos, especialistas, pruebas…
Desmontándose poco a poco una segunda creencia:
la concepción de un hijo debería ser un proceso íntimo, idílico y con grandes dosis de amor.
Este proceso de búsqueda a través de técnicas de reproducción asistida, además de romper con ese mito, suele ir acompañado de una serie de emociones y pensamientos que se desatan en el transcurso de los acontecimientos, en un viaje de ida y vuelta constante del optimismo al pesimismo, de las expectativas de éxito a la derrota. Una montaña rusa emocional, en la que muchas veces la pareja siente que no controla ni maneja nada de lo que está ocurriendo, provocando un profundo sentimiento de indefensión.
Algunos de estos sentimientos y sus ideas asociadas pueden ser:
Por un lado…
Determinación………………..“Seguro que algún día lo conseguiré”
Ilusión………………..“Cada vez estoy más cerca. Qué alegría más grande”
Esperanza………………”Muchas parejas lo han conseguido”.
Paciencia……………….”Sólo es cuestión de tiempo”
Estas actitudes, aunque en cierta medida se pueden interpretar como beneficiosas, también son generadoras de altas dosis de ansiedad cuando los resultados no son positivos, causando un gran sufrimiento por no conseguir los objetivos deseados.
Este sufrimiento está muy relacionado con una tercera creencia: si tuviera un bebé, todo sería perfecto
Todos estos sentimientos, también conviven, por otro lado con…
Miedo …………..”¿A qué me enfrento en este proceso?”
Culpa…………….¿Estaré haciendo todo lo que puedo?”
Infravaloración……….. “No soy válida para ser madre”
Vergüenza ………………”Es mejor que nadie lo sepa”
Estas otras son facilitadoras del aislamiento y el pensamiento rumiante, afectando a todo nuestro sistema bio-psico-social. Cada día la investigación nos demuestra que la mente y las emociones influyen en todas las funciones del cuerpo, y cómo no, también en las hormonas implicadas en la fertilidad y la concepción.
Y todo esto aderezado con grandes dosis de…
Incertidumbre:……….“¿Cuándo terminará todo esto?”
LO QUE SÍ DEPENDE DE NOSOTRAS
El gran reto está en aprender a vivir esta situación como una oportunidad para poder conocernos y reflexionar acerca de cuáles son las expectativas que depositamos en la experiencia de la maternidad, qué es lo que hay detrás de ese gran deseo y aprovechar todas las circunstancias que nos vayamos encontrando para realizar un trabajo de crecimiento personal, que nos permita alcanzar una sensación de satisfacción con nosotras mismas, independientemente del resultado conseguido.
El autoconocimiento puede generar otros miedos, ya que nos hace conectar con nuestros más profundos dolores, pero bien conducido puede ayudar a salir de una dinámica nociva y aliviar toda la tensión y el estrés asociado a este proceso.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que este reto es muy difícil asumirlo estando sola. Por ello es imprescindible, además del apoyo de la pareja, buscar “cómplices” de nuestra realidad, que pueden ser amigas con las queramos compartir, grupos de apoyo o terapeutas que nos tiendan la mano y nos ayuden a gestionar las emociones y creencias irracionales que nos puedan estar dañando.
Técnicas como el Mindfulness, el Yoga o la Terapia Corporal, facilitadas por un profesional cualificado, promoverán que nuestro cuerpo y nuestra mente se encuentren en armonía, y consigamos encontrar en nosotras mismas a la mejor aliada en la búsqueda de la felicidad.
De esta manera podremos ir descubriendo alguna certidumbre entre tanta inseguridad:
El bienestar está dentro de mí. Todo lo demás vendrá o no vendrá.
Pepa Paredes
Psicóloga terapeuta psicocorporal
pepaparedesb@gmail.com
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