Hablar de la muerte es duro y doloroso.
Hablar de la muerte de un recién nacido es extremadamente duro y doloroso.
Por eso, las personas, cuando alguien cercano a nosotros muere, nos protegemos.
Nos protegemos intentando no hablar de lo que ha pasado. Hacemos como que no ha pasado nada. Como que no ha existido.
Por suerte, pocas veces tenemos la desgracia de vivir la muerte de un bebé cercano a nosotros.
Es una pérdida terriblemente dolorosa e injusta.
No sabes qué decir a esos padres desgarrados por el dolor. No sabes qué hacer, cómo ayudar.
Creemos que lo mejor es dejar pasar el tiempo, no hablar, no recordar a esos papás desolados que su bebé ya no está.
Pero, ¿sabéis una cosa? Cuando hacemos eso, hacemos mucho daño.
Porque ese precioso bebé ha sido real. Haciendo como que no ha existido les quitamos a esos papás lo único que les queda, y es el recuerdo de su hijo.
Hablar de un bebé que ya no está es muy duro, pero es necesario.
Es vital concederle su sitio, su espacio.
Por eso…
Querido Daniel,
Hace ya siete años que desplegaste tus alas y echaste volar…
Naciste, junto a tu hermana, demasiado pronto. Tenías tantas ganas de luchar…
Todos luchasteis como jabatos.
Fueron unos días de ilusión y esperanza entremezclados con miedo. Mucho miedo.
Al final no pudo ser…
Nosotras siempre hemos pensado que en un acto de generosidad por tu parte le entregaste a tu hermana todas las fuerzas que tenías para que ella pudiera seguir hacia delante.
Y tú te fuiste…
No te hemos olvidado. Nunca lo haremos.
Siempre hablaremos de ti. Porque eres real. Porque sigues viviendo en el corazón de papá y mamá.
Porque sigues viviendo en el corazón de tu hermana.
Porque sigues viviendo en nuestros corazones.
Te queremos Daniel.
Os queremos, Nuria, Tony, V.